Presentación

Hola a todos estimados lectores, soy el autor, Roberto estudiante de biología en la URJC y he creado este blog junto a mi compañero José A. para mostraros algunas de las pérdidas naturales que hemos sufrido durante los dos últimos siglos.
Para cualquier cuestión contactar conmigo y espero que nos sigáis.

Un saludo.

jueves, 4 de abril de 2013

A continuación se expondrán un pequeño número de las especies animales extinguidas por el hombre en tiempos modernos

Es cierto lo que dicen de que el hombre es el animal más peligroso y destructivo, pues tan solo desde XIX hasta nuestros días se pueden contar por centenares las especies animales que han desaparecido de nuestro planeta para siempre, y otras tantas han desaparecido en estado salvaje o están en peligro de extinción. Son decenas los hábitats destruidos por alguna actividad humana.

Por suerte desde el siglo XIX nuestra conciencia colectiva cambió dando una mayor importancia al mundo que nos rodea y a los seres vivos que en él habitan. Por eso a partir de este siglo poseemos registros de animales y especies vegetales que existían y ya no se pueden encontrar.

Estos son los próximos animales en desaparecer

Pez de Tecopa (Tecopa cyprinodontidae)


Este pez era nativo del desierto de Mojave en California. Fue descubierto en 1942 y se encontraba únicamente en las salidas de los manantiales calientes del norte y sur de Tecopa. Su declive poblacional vino poco después, cuando las termas se canalizaron y se reemplazaron por balnearios. La popularidad de estos manantiales durante los años 50 y 60, trajo consigo la pérdida total de su hábitat con la construcción de hoteles y parques acoplados que permitieran una estancia más cómoda a los turistas


Fue la primera especie que se declaró extinta en virtud de la Ley de Especies Amenazadas de 1973. El retiro oficial de la lista de peces existentes en EEUU se produjo en el año 1981.


Gecko de Delcourt(Hoplodactylus delcourti)



El gecko de Delcourt o Kawekaweau en maorí (Hoplodactylus delcourti) era una especie gigante de gecko de Nueva Zelanda extinto desde la segunda mitad del siglo XIX. Alcanzaba un tamaño de 60 cm de largo.
La última persona que vio uno, fue un jefe de la tribu maorí Urewera en 1870, que atrapó a uno que vivía bajo la corteza de un árbol muerto. Lo describió como "marrón con rayas de color rojizo y tan grueso como la muñeca de un hombre". Solo se conserva una muestra del gecko que fue "descubierta" en el sótano del Museo de Marsella en 1986, pero lamentablemente los orígenes y la fecha de su recogida siguen siendo un misterio total. Sin embargo, los científicos que examinaron el lagarto en el museo llegaron a la conclusión de que era un "Hoplodactylus delcourti", el legendario lagarto gigante del bosque de la tradición oral maorí.

Tortuga gigante de Pinta (Chelonoidis abingdonii)


La tortuga gigante de Pinta es una especie extinta que habitó de manera endémica en la isla Pinta de las islas GalápagosEcuador. Es una de las diez especies de tortugas gigantes nativas de dicho archipiélago. Fue descrita por primera vez por Albert Günther en 1877. El término binomial abingdonii hace referencia al otro nombre con el que se conoce a la isla Pinta: isla de Abingdon. Integra el complejo de especies denominado: Complejo Chelonoidis nigra.

El ejemplar macho conocido como El Solitario Jorge fue el último individuo vivo de esta especie. En 1972 fue encontrado en la isla Pinta por unos cazadores de cabras, y se le puso tal nombre presuntamente por el personaje que interpretara el actor George Gobel. Lo reubicaron en la Estación Científica Charles Darwin, donde Jorge fue encerrado junto con dos hembras de una especie similar (Chelonoidis becki, del volcán Wolf), con la esperanza de que sus genes fuesen retenidos en su descendencia.
Se estima que George nació entre 1903 y 1919 (las Tortugas de Galápagos pueden vivir entre 80 y 130 años o más). Se completó un prolongado esfuerzo para quitar las cabras introducidas en la isla de George, y ya la vegetación de la isla está volviendo a ser lo que era antes. Se esperaba que George tuviera hermanos en la isla Pinta y se les buscó para que la especie persistiera. También era posible un cruce con una especie similar. Se llegó a ofrecer a los parques zoológicos una recompensa de 10 000 dólares por la confirmación de una hembra en isla Pinta.



La tortuga gigante de Pinta está relacionada genéticamente con las especies de San Cristóbal y Española. Su caparazón tiene la forma de una silla de montar. La parte anterior es más estrecha y comprimida, y levemente elevada, mientras que la parte posterior es más ancha y redondeada. Dada su dieta compuesta por la vegetación alta de la isla, su cuello es alargado y puede elevarse notablemente para alcanzar las ramas más elevadas.


Pájaro carpintero imperial (Campephilus Imperialis)


El Carpintero Pico de Marfil o Pájaro Carpintero Imperial, era un ave voladora que habitaba esencialmente en los bosques templados y fríos de México, aunque originalmente también se la encontraba en el sur de Estados Unidos. 

El Carpintero Imperial, pertenecía al orden de los piciformes, mismo de los pájaros carpinteros que subsisten hasta hoy y su pariente más cercano sería el Pájaro Pico de Marfil del Caribe, el que dicho sea de paso, también se lo considera extinto. 

La altura de este carpintero imperial promediaba entre los 51 a 56 centímetros, aunque se hallaron ejemplares de hasta 60 centímetros. Esto lo convertía en el pájaro carpintero más grande del mundo. En la adolescencia, tenían colores opacos y pardos; ya en la adultez, su apariencia era bastante llamativa: machos y hembras portaban un penacho en la cabeza, claro que en el macho era rojo y echado hacia atrás y en las hembras era blanco y hacia delante. El macho también llevaba manchas rojas en el pecho, y vetas blancas en los costados. Ambos sexos tenían el torso y lomo negros y el pico blanco. Su cola tenía plumas rectas y cortas. 

Las patas de este carpintero eran poderosas, con dos dedos hacia delante y dos hacia atrás, lo que permitía una gran capacidad para trepar árboles y aferrarse a sus gruesos troncos al taladrarlos con su pico, desde cuyo interior extraía larvas, gusanos e insectos, que constituían su dieta. Ocasionalmente capturaba su comida desde el suelo. Con su muy bien dotado pico este pájaro llegó a horadar la arcilla y el concreto de las casas. 

Este pájaro se apareaba una sola vez al año, permaneciendo en el nido durante toda la etapa de incubación, que duraba semanas y hasta meses, y finalmente tenía dos o tres crías. Su promedio de vida, oscilaba entre ocho a doce años. 





La desaparición de esta especie de carpintero es un caso especialmente dramático, por cuanto dicho fenómeno se produjo muy avanzado el siglo XX, cuando ya existía una conciencia global sobre la negativa alteración del medio ambiente provocada por el hombre, por lo que se podría haber instado para crear zonas protegidas o santuarios en que hubiese podido subsistir. Sin embargo, se estima que bastaron no más de cuarenta años de tala indiscriminada de sus bosques y caza ilegal para extinguir al mayor y más bello representante de la especie en el mundo. 

Paulatinamente sus fronteras se fueron reduciendo. Ya dijimos que en un comienzo se lo encontraba aún en Estados Unidos, y en México, en una vasta zona comprendida por el desierto de Sonora, Zacatecas, Michoacán, Cihuahua y la Sierra Occidental de Durango, lugar que representó su último refugio. 

Se estima que este pájaro necesitaba a lo menos veintiséis kilómetros cuadrados de bosques para poder subsistir, pues en cada árbol hurgaba su comida, y como su alimentación consistía básicamente en larvas e insectos, estos los encontraba en gran medida en árboles muertos, los que fueron los primeros en ser talados por el hombre. 

Los últimos reportes confirmados de su existencia datan de 1957, en Durango. A partir de ahí, en ocho oportunidades se ha señalado por diversos testigos, que se lo habría divisado en la misma zona, la última vez, fue en 1996, lo que motivó una expedición conjunta de BirdLife Internacional y Prosima, que por varios días se asentaron en la zona, con la esperanza de encontrar algún ejemplar de este magnífico pájaro. No obtuvieron resultados, por lo que el único lugar en que se puede contemplar a esta especie en la actualidad, es en los museos, como el célebre ejemplar macho embalsamado del Museo de Historia Natural de Viena. 


Guará (Dusicyon australis)


El guará (Dusicyon australis), también llamado zorrolobo, zorro-lobo de las Malvinas, zorro malvinero, zorro malvinense o zorro antártico, fue una especie zoológica de cánido, de dimensiones intermedias entre las del lobo y las de un zorro grande: medía unos 90 cm de longitud corporal desde el hocico hasta el nacimiento de la cola. Ésta alcanzaba los 30 cm, y poseía un pelaje muy tupido, adaptado a los rigurosos inviernos de las Islas Malvinas, su hábitat exclusivo.
El animal fue descubierto en 1690 y era aún bastante común en el tiempo en que Charles Darwin visitó las Islas Malvinas en 1833. Sin embargo durante el siglo XIX la población decreció drásticamente, debido a la caza excesiva por su apreciado pelaje. Se cree que el último ejemplar fue abatido en 1876. Unos once especímenes embalsamados se conservan en distintos museos.


Tilacino (Thylacinus cynocephalus)

El lobo marsupial o tilacino   también conocido como lobo de Tasmaniatigre de Tasmania y tilacín, fue un marsupial carnívoro originado en el Holoceno. Era nativo de Australia y Nueva Guinea y se cree que se extinguió en el siglo XX. Se trataba del último miembro viviente de su género (Thylacinus), viviendo los otros miembros en tiempos prehistóricos a partir de principios del Mioceno.
El lobo marsupial se extinguió en el continente australiano miles de años antes de la llegada de los colonos europeos, pero sobrevivió en Tasmania junto con otras especies endémicas, incluyendo el diablo de Tasmania. Generalmente suele culparse de su extinción a la caza intensiva, incentivada por recompensas, pero podrían haber contribuido otros factores, como por ejemplo las enfermedades, la introducción de los dingos, o la ocupación de su hábitat por los humanos. Aún cuando se lo considera oficialmente extinto, todavía hay quienes dicen haberlo visto por toda la isla de Tasmania.

No se sabe demasiado sobre el comportamiento y el hábitat del lobo marsupial. Sobre su etología se han hecho observaciones en cautiverio, pero sólo existen datos limitados y anecdóticos del comportamiento del animal en libertad. La mayoría de observaciones fueron realizadas durante el día, cuando el lobo marsupial era un animal nocturno. Estas observaciones, realizadas durante el siglo XX, podrían haber sido poco representativas debido a que la especie ya estaba sufriendo los problemas que pronto la llevarían a la extinción.

El lobo marsupial era exclusivamente carnívoro. Su estómago poseía una gruesa capa muscular y podría distenderse para permitir la ingesta de grandes cantidades de comida. Probablemente era una adaptación por compensar los largos periodos de caza infructuosa en los que el alimento era escaso. El análisis de la estructura del esqueleto y las observaciones del animal en cautiverio sugieren que seleccionaba una presa y después la perseguía hasta que estaba exhausta. Algunos estudios concluyen que el animal podría haber cazado en pequeños grupos familiares; el grupo principal hacía huir las presas en la dirección de un tilacín preparado por emboscarlas. De hecho, los cazadores confirmaron que cazaba mediante la técnica de la emboscada.
Sus presas incluían canguros, ualabíes, wombats, pájaros y pequeños marsupiales como canguros rata y falangeriformes. Su presa preferida podría haber sido el emú de Tasmania, antaño abundante. Esta especie de emú era una gran ave no voladora que compartía el hábitat del lobo marsupial y que acabó extinguiéndose a causa del exceso de caza en torno al año 1850, posiblemente coincidiendo con el descenso del número de lobos marsupiales.
Aún cuando ya llevaban mucho tiempo extinguidos en el continente australiano cuando llegaron los colonos europeos, los lobos marsupiales sobrevivieron hasta la década de 1930 en Tasmania. En tiempos de la primera colonia europea, la zona de población más densa de los lobos marsupiales era el norte de la isla. Desde los primeros días de colonización europea, los lobos marsupiales eran poco comunes, pero poco a poco se los empezó a culpar de numerosos ataques a ovejas; esto llevó a ofrecer recompensas en un intento de controlar su número. Fuera por el motivo que fuese, el animal ya era extremamente raro en estado salvaje a finales de los años veinte. Hubo varios intentos de salvar la especie de la extinción. Los registros del comité de gestión de Wilsons Promontory de 1908 recomendaban la reintroducción de lobos marsupiales en diferentes lugares adecuados de Victoria. En 1928, el comité de consejo de la fauna nativa de Tasmania recomendó proteger a todos los lobos marsupiales que quedaban, en zonas como por ejemplo Arthur River y Pieman River, al oeste de Tasmania.
El último lobo marsupial salvaje conocido fue abatido en 1930 por un granjero denominado Wilf Batty a Mawbanna, al nordeste de Tasmania. Y el último ejemplar en cautividad murió el  7 de septiembre de 1936. Se cree que murió por negligencia; aislado en el exterior de su refugio, quedó expuesto durante un raro evento meteorológico en Tasmania de calor sofocante durante el día y temperaturas glaciales por la noche.